INTRODUCCIÓN
El experimento de Miller y Urey representa la primera demostración de que se pueden formar
espontáneamente moléculas
orgánicas a partir de sustancias inorgánicas simples en condiciones ambientales
adecuadas. Fue llevado a cabo
1952 por Stanley Miller y Harold
Clayton Urey en la Universidad de Chicago. El experimento
fue clave para apoyar la teoría del caldo
primordial en el origen de la
vida.
Según este
experimento la síntesis de compuestos orgánicos, como los aminoácidos, debió ser fácil en la
Tierra primitiva. Otros investigadores –siguiendo este procedimiento y variando
el tipo y las cantidades de las sustancias que reaccionan- han producido
algunos componentes simples de los ácidos
nucleídos y hasta ATP
Esta
experiencia abrió una nueva rama de la biología,
la exobiología. Desde entonces,
los nuevos conocimientos sobre el ADN y el ARN.
Condiciones prebióticas en otros planetas y el anuncio de posibles fósiles bacterianos encontrados en meteoritos provenientes de Marte (como el ALH
84001), han renovado la cuestión del origen
de la vida.
Stanley
miller
Stanley
L. Miller (Oakland, California, 7 de
marzo de 1930 - f. 20
de mayo de 2007), estadounidense principalmente conocido por sus estudios sobre el
origen de la vida. Se graduó en la Universidad de California (obteniendo su licenciatura en ciencias en 1951),
donde fue estudiante de Harold Urey. En el experimento de Miller y Urey, llevado a cabo en 1953 como estudiante diplomado, realizó una simulación de las
condiciones de la Tierra primitiva en busca de las reacciones químicas que
pudieron construir sus primeros bloques esenciales (aminoácidos y proteínas) simples. En 1954 obtuvo el doctorado en Química en la Universidad
de Chicago. Fue ayudante de profesor (1958-1960),
profesor asociado (1960-1968) y profesor de química en la Universidad de
California, San Diego en 1958, permaneciendo en el puesto durante muchos años.
Sus estudios
abarcan el origen de la vida (se consideró
un pionero en el estudio de exobiología), la ocurrencia natural de hidratos cloratos, y mecanismos generales de anestesia. Fue miembro de la Academia
Nacional de Ciencias y recibió una Medalla Oparin.
En la década
de los 50, Miller ayudó a reemplazar la síntesis abiótica de compuestos orgánicos en el contexto de la evolución. Utilizó la simulación en laboratorio de las condiciones
químicas en la Tierra primigenia para demostrar que la síntesis espontánea de
estos compuestos podría haber sido una etapa precoz del origen de la vida.
DESCRIPCIÓN DEL EXPERIMENTO
El
experimento consistió, básicamente, en someter una mezcla de metano, amoníaco, hidrógeno y agua a descargas eléctricas de 60.000 voltios.
Como resultado, se observó la formación de una serie de moléculas orgánicas,
entre la que destacan ácido
acético, ADP-Glucosa, y los aminoácidos glicina, alamina, ácido glutámico y ácido aspártico, usados
por las células como los pilares básicos para sintetizar sus proteínas.
En el
aparato se introdujo la mezcla gaseosa, el agua se mantenía en ebullición y posteriormente se realizaba la condensación; las sustancias se mantenían a través del aparato mientras
dos electrodos producían descargas eléctricas continuas en otro
recipiente.
Después que
la mezcla había circulado a través del aparato, por medio de una llave se
extraían muestras para analizarlas. En éstas se encontraron, como se ha mencionado,
varios aminoácidos, un carbohidrato y algunos otros compuestos orgánicos.
El
experimento ha sido repetido en múltiples ocasiones, obteniendo compuestos
orgánicos diversos. Sin embargo, aún no se han obtenido proteínas.
En 2008,
otros investigadores encontraron el aparato que Miller usó en sus tempranos
experimentos y analizaron el material remanente usando técnicas modernas más
sensibles. Los experimentos habían incluido la simulación de otros ambientes,
no publicados en su momento, como gases liberados en erupciones volcánicas. El
análisis posterior encontró más aminoácidos y otros compuestos de interés que
los mencionados en el experimento publicado.
REPRODUCCIÓN DEL EXPERIMENTO
Jeffrey Bada (que fue colaborador de Miller) y Adam Johnson (del equipo
del Instituto de Astrobiología de la NASA en la Universidad de Indiana en
Bloomington) decidieron que sería interesante reanalizar las muestras
históricas de los experimentos originales de Miller usando métodos modernos. El
equipo quiso ver si los equipos de ahora podrían descubrir productos químicos
que no pudieron ser descubiertos con las técnicas de los años cincuenta. Ellos
analizaron las muestras y recurrieron a Daniel Glavin y Jason Dworkin de la
NASA, quienes ayudaron en el análisis con los instrumentos de última generación
del Laboratorio Analítico Goddard de Astrobiología.
Los autores del nuevo estudio han descubierto 22 aminoácidos, 10 de los
cuales nunca se habían encontrado en ningún otro experimento como éste. Esto es
significativo porque la opinión de la comunidad científica sobre la composición
de la atmósfera temprana de la Tierra ha cambiado. En lugar de estar muy
cargada con hidrógeno, metano y amoníaco como se pensaba décadas atrás, muchos
científicos creen ahora que la antigua atmósfera de la Tierra estaba compuesta
fundamentalmente por dióxido de carbono, monóxido de carbono y nitrógeno.
A primera vista, si la atmósfera temprana de la Tierra tuvo sólo unas pocas de las moléculas utilizadas en el experimento clásico de Miller, se hace difícil ver cómo podría haber comenzado la vida siguiendo un proceso similar. Sin embargo, además del agua y el dióxido de carbono, las erupciones volcánicas también liberan los gases hidrógeno y metano. Las nubes volcánicas cuentan asimismo con relámpagos ya que las colisiones entre la ceniza volcánica y las partículas de hielo generan cargas eléctricas. Como la Tierra joven todavía estaba caliente por su formación, probablemente los volcanes eran entonces muy abundantes.
Los precursores orgánicos de la vida pudieron haber sido producidos localmente en charcas temporales, ubicadas en islas volcánicas, incluso si el hidrógeno, el metano y el amoníaco eran escasos en la atmósfera global. Al menguar el agua de las charcas, en éstas se habrían ido concentrando aminoácidos y otras moléculas, aumentando de ese modo las probabilidades de que se diera la secuencia correcta de reacciones químicas necesaria para iniciar la vida. De hecho, las erupciones volcánicas pudieron ayudar al surgimiento de vida de otra manera adicional: mediante la producción de sulfuro de carbonilo, que ayuda a enlazar aminoácidos en las cadenas llamadas péptidos.
A primera vista, si la atmósfera temprana de la Tierra tuvo sólo unas pocas de las moléculas utilizadas en el experimento clásico de Miller, se hace difícil ver cómo podría haber comenzado la vida siguiendo un proceso similar. Sin embargo, además del agua y el dióxido de carbono, las erupciones volcánicas también liberan los gases hidrógeno y metano. Las nubes volcánicas cuentan asimismo con relámpagos ya que las colisiones entre la ceniza volcánica y las partículas de hielo generan cargas eléctricas. Como la Tierra joven todavía estaba caliente por su formación, probablemente los volcanes eran entonces muy abundantes.
Los precursores orgánicos de la vida pudieron haber sido producidos localmente en charcas temporales, ubicadas en islas volcánicas, incluso si el hidrógeno, el metano y el amoníaco eran escasos en la atmósfera global. Al menguar el agua de las charcas, en éstas se habrían ido concentrando aminoácidos y otras moléculas, aumentando de ese modo las probabilidades de que se diera la secuencia correcta de reacciones químicas necesaria para iniciar la vida. De hecho, las erupciones volcánicas pudieron ayudar al surgimiento de vida de otra manera adicional: mediante la producción de sulfuro de carbonilo, que ayuda a enlazar aminoácidos en las cadenas llamadas péptidos.
VÍDEO SOBRE EL EXPERIMENTO DE MILLER
Bibliografía
ww.wikipedia.es
www.solociencia.com
jotdow.es
blogs.creamoselfuturo.com
youtube
Buen trabajo, pero creo que te has pasado un poco con la biografía.
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